¿Sueño americano o pesadilla fugaz?

Isaiah Mosley and Maria Fernanda Castro

Nota del editor: este artículo se publicó por primera vez el 9 de febrero por Isaiah Mosley y fue traducido al español por Maria Fernanda Castro.

Nota del editor: Esta columna fue enviada por un miembro de la comunidad de UT.

El “sueño americano” es una frase que constantemente escuche al crecer en la zona oeste de Houston. Es una frase que tiene tanto peso, y que a la vez, pero sin una verdadera definición. ¿Qué es el sueño americano coloquial y quién puede acceder a él? La idea de que puedes levantarte por tus propios medios se encuentra en el centro de esta idea del sueño americano.


Durante muchos años, esta idea cliché del éxito se ha definido por la accesibilidad. Accesibilidad a la riqueza, el poder y el estatus son todos hilos que componen el tejido de este llamado sueño. El logro personal del “sueño americano” proviene, casi por completo, de un estado de privilegio individual o un sentido de accesibilidad.

Mi visión del sueño americano proviene de mi sentido de éxito y paz. Para mí, el verdadero éxito se deriva de un estado de felicidad. Se deriva del estado de equilibrio en la vida. No reconozco la noción de que para reclamar el sueño primero debes ser rico y poderoso o al menos estar mejor que donde empezaste. Creo que es mucho más matizado y complejo que simplemente decir “¡Tengo dinero, lo he logrado!”

Mientras tratamos de examinar lo que implica este sueño, siempre debemos mirar las palancas que se deben tirar para “lograrlo”. La mayoría de las veces, estas palancas son solo accesibles a aquellos que históricamente han sido otorgados o que han tomado ese acceso. Estas palancas están inextricablemente entrelazadas con la raza, la clase, el género, la sexualidad y el estado de discapacidad. Es innegable que estos identificadores  juegan un papel importante en la capacidad de  acceder a estos medios de movimiento social. Esto es más notorio en los abismos de riqueza de nuestra  nación entre los estadounidenses negros y blancos o la creciente división entre los ultra ricos y la clase media.

No hay medidas de movilidad o estabilidad económica que igualen un sueño para mí. En cambio, reconozco que como un hombre de raza negra gay en Estados Unidos, no existe el “sueño americano”. Una nación que prioriza las divisiones de la sociedad y la degradación de aquellos que son marginados no es una nación en la que un “sueño americano” sea siquiera comprensible.

Cada semana hay otro nombre grabado para siempre en la mente de nuestra sociedad a través de un hashtag. Hay otra marcha pidiendo una sociedad más equitativa en la que conducir siendo negro se se castigue con la muerte. Cada semana hay otra escuela, centro comercial, tienda de abarrotes o iglesia que es estropeada en agujeros de bala porque vivimos en una nación donde las armas son más importantes que las vidas, donde la política prevalece sobre el progreso.

Personalmente, el sueño americano es solo eso, un sueño, una ficción, un cuento de hadas fugaz. No tiene ningún marcador en la vida y no tiene influencia en mis ambiciones.  

Mosley es un estudiante de primer año de estudios de género y mujeres y plan II. Él es juez en la corte suprema de UT.