Recuerdos de un niño mexicano de El Paso: primeras impresiones de UT durante la década de los 1960s

Nota del editor: este artículo se publicó por primera vez el 17 de febrero por Dr. Daniel Acosta, Jr. y fue traducido al español por Paula Botello.

Nota del editor: esta columna fue enviada por un miembro de la comunidad de UT.

Como un niño mexicano de El Paso, yo nunca había vivido en un ambiente donde la gente de raza blanca sobrepasaba a los chicanos. Había vivido cierta discriminación racial, pero como era uno de los mejores alumnos de mi escuela, no me había afectado directamente.  Cuando empecé mis estudios en el año 1965 en la Universidad de Texas, esto cambió. Vi como las personas de raza blanca hacían saber a las personas de color que no eran lo suficientemente americanos.


Mientras estaba en el colegio, encontré un lugar para vivir cerca del campus en la Cooperativa Whitis en la avenida Whitis. Era un lugar en donde alrededor de 30 estudiantes varones podían dormir y comer. Todos tenían que ayudar con el mantenimiento y la limpieza de la cooperativa y cocinar las comidas.

Después de dos semanas de este desorden controlado, decidí irme. Para mi fortuna, encontré una pensión en la misma calle que la cooperativa. No podía acostumbrarme a dormir en el mismo cuarto con tantos hombres tan juntos.

La cooperativa y varias de las pensiones, una de las cuales a la que yo me moví, ocupaban la mayoría de la cuadra norte de la calle 27. Whitis necesitaba pavimentación, y no había banquetas. Cada mañana uno podía observar estudiantes caminando hacia el norte de Whitis y eventualmente cruzar la calle 27 para llegar al campus. 

En la intersección de 27 y Whitis, había tres edificios, que para mí, representaban la rígida y blanca estructura de la clase económica en UT durante la década de los 1960s: la Casa de la Fraternidad Phi Gamma Delta cuyos miembros eran mayormente de raza blanca; el dormitorio de Scottish Rite para las hijas de padres ricos; y la venerable capilla Episcopal de Todos los Santos.

Estas tres instituciones en la década de los 1960s representaban la aristocracia de UT, la clase elitista blanca, en contraste con “las masas”, que vivían literalmente a una cuadra de estas tres instituciones establecidas.

Mis primeros días en UT empezaban cada mañana con un muchacho que conocí en la cooperativa. Caminar con Bob hacia el norte de la calle Whitis para tomar mis clases de farmacia facilitó mi vida porque él me enseñó los básicos durante mi primer semestre.

Aquí estaba un jovencito blanco de una pequeña ciudad de Texas, vestido con sus botas y camisa vaqueras, y pantalón de mezclilla Wranglers, siendo amigable con un muchacho mexicano de El Paso, vestido en sus pantalones nuevos, camisa blanca, y corbata. Mi primera clase matutina era con el ex-decano de la carrera de farmacéutico que exigía que los estudiantes se comportaran y vistieran como profesionales, especialmente con la ropa que usaban.

Después de pasar largas horas en la biblioteca de pregrado – ahora la FAC enseguida de la Unión – regresaba a la cooperativa tarde en la noche, cruzando la 27 para llegar al otro lado de Whitis. Frecuentemente escuchaba los abucheos y burlas de los niños de la fraternidad gritándome desde sus ventanas del segundo piso de sus casas, “Regresa a donde viniste”. Casi sesenta años después, parece que estas burlas continúan.

Cuando estudié en UT, tenía un trabajo en la cocina de una de los dormitorios caros para niñas. Presencié las reacciones de estas niñas, mayormente blancas, ante los eventos ocurridos en 1968: las protestas en contra de la guerra de Vietnam, las demostraciones de derechos civiles para la gente Negra y demostraciones mayores en contra de la brutalidad de la policía. 

Una tarde en el comienzo de junio, vi la noticia del asesinato de RFK en el salón del dormitorio. Varias de las niñas estaban aplaudiendo y aclamando el anuncio de su muerte. 

Cuando empecé como un estudiante mexicano en la Universidad de Texas en la década de los 1960s, no sabía qué esperar. El simple acto de cruzar la calle 27 cada día para asistir a clases, estudiar, y trabajar me preparó bien para mi vida futura de  profesor, científico, y administrador en la América Blanca.