Nota del editor: este artículo se publicó por primera vez el 22 de abril de 2024 por Pili Saravia y fue traducido al español por Mariela Villela.
En octubre surgió un movimiento para boicotear Starbucks, cuando empezaron a circular por Internet y en el campus rumores sobre el apoyo de la empresa a Israel. En febrero, las ventas en todas las tiendas del campus con licencia Starbucks disminuyeron.
Las ventas en tres establecimientos afiliados a Starbucks propiedad de la UT (Littlefield Patio Café, Cypress Bend y Union Coffee) disminuyeron en unos 20.000 dólares cada uno de septiembre a febrero. En Up and Atom’s, la única cafetería no afiliada a Starbucks y propiedad de la Universidad, las ventas de febrero aumentaron en casi 25.000 dólares de septiembre a febrero.
Como tiendas con licencia, Starbucks Corporación no opera ubicaciones en campus y solo obtiene un margen de sus ganancias. Aun así, los esfuerzos del boicot se dejaron sentir. En el primer trimestre del año fiscal 2024, los ingresos de las tiendas con licencia aumentaron sólo un 6.5%, en comparación con un aumento del 31.6% en 2023 y del 38.6% en 2022.
El movimiento de boicot comenzó cuando Starbucks Workers United, un sindicato de baristas de Starbucks, tuiteó en solidaridad con Palestina en octubre. En respuesta, Starbucks demandó al sindicato después de que la organización se negara a borrar el tuit. Starbucks se enfrentó a represalias y amenazas de clientes que pensaban que la empresa se solidarizaba con Palestina, según declaró la empresa en un comunicado de octubre.
El enfrentamiento entre el sindicato y Starbucks Corporación, los casos de despido de empleados, las donaciones realizadas en el pasado a empresas israelíes y las acusaciones de que Starbucks financia al ejército israelí desencadenaron el boicot. Aunque Starbucks hizo privadas sus donaciones, la corporación afirmó en un comunicado de diciembre que nunca ha utilizado sus beneficios para financiar operaciones militares.
“Starbucks condena inequívocamente los actos de terrorismo, odio y violencia, y estamos en total desacuerdo con las opiniones expresadas por Workers United, incluidos sus afiliados locales, organizadores sindicales y aquellos que se identifican como miembros de “Starbucks Workers United”- ninguno de estos grupos habla en nombre de Starbucks Coffee Company y no representan las opiniones, posiciones o creencias de nuestra empresa”, afirmó Sara Kelly, directora general de socios de Starbucks en la declaración de octubre.
Allyson Brantley, autora de “Brewing a Boycott”, dijo que este boicot a Starbucks difiere de otros porque no sigue una narrativa clara. Dijo que la información contradictoria sobre el uso de los fondos de la empresa, además de la falta de un objetivo final directo, puede perjudicar el boicot.
Brantley dijo que no puede predecir cuánto durará el boicot, pero supone que durará mientras la guerra en Israel y Palestina permanezca en la mente de la gente y en los medios.
“El éxito de un boicot no depende de lo que haga la empresa”, afirma Brantley. “Los boicots tienen éxito si unen a la gente, si consiguen que la gente piense en las ramificaciones o consecuencias de su actividad de consumo”.
Laila Qutob, estudiante de segundo año de Física, dijo que nunca apoyó a Starbucks porque su familia palestina le dijo cuando era joven que la empresa apoyaba a Israel y ahora disfruta probando diferentes cafeterías por la ciudad. Qutob sigue boicoteando con la esperanza de que Starbucks tome medidas en apoyo de Palestina, dijo, o espera que al menos haga una declaración y consiga que la gente se implique.
“Es mi derecho como alguien que tiene la libertad de hacerlo en este país”, dijo Qutob. “Cuando hay un problema, tengo que tomar medidas contra él, especialmente cuando tengo la flexibilidad para hacerlo”.