Nota del editor: este artículo se publicó por primera vez el 4 de agosto de 2024 por Analise Pickerrell y fue traducido al español por Citlali Martinez Hernandez.
Vinculada a los temas de la identidad indígena, el trauma histórico y la reverencia hacia la tradición, la exposición más reciente del Museo de Arte Blanton, “Native America: In Translation”, presenta más de 60 obras de nueve artistas nativos contemporáneos que capturan sus historias a través de una lente diferente: la lente de una cámara.
La exposición, abierta hasta el 5 de enero de 2025, se inspira en la edición de otoño de 2020 de la revista Aperture, una editorial sin fines de lucro con sede en Nueva York que lidera conversaciones sobre fotografía en todo el mundo. La curadora Wendy Red Star y Hannah Klemm, curadora de arte moderno y contemporáneo, supervisaron la instalación de la galería en el Blanton.
“(La exposición) celebra a los artistas indígenas y las formas de pensamiento indígenas en un espectro amplio y diverso de orígenes y marcos culturales”, dijo Klemm.
Red Star, una artista radicada en Oregon criada en la reserva Apsáalooke (Cuervo), seleccionó a los artistas que, en su opinión, representan las voces indígenas con un impacto multigeneracional.
“Estaba pensando en los jóvenes artistas nativos y en lo que sería inspirador e importante para ellos”, compartió Red Star en un comunicado de prensa. “Las personas incluidas aquí han desempeñado un papel importante en… abrir espacio en el mundo del arte para nuevas formas de ver y pensar”.
Estructurada para permitir una mirada profunda a la colección de cada artista individual, la exposición presenta trabajos fotográficos tradicionales y al mismo tiempo desafía los límites tradicionales del medio.
“(La exposición) es una idea ampliada de lo que es la fotografía, y eso es una de las cosas realmente interesantes”, dijo Klemm.
Algunos de los artistas que aparecen en la exposición, como Martine Gutiérrez y Koyoltzintli, crean con fotografía tradicional. Otros, como Rebecca Belmore, que utiliza la fotografía para recrear sus piezas anteriores, y Kimowan Metchewais, que se identifica como escultor en lugar de fotógrafo, manipulan la fotografía para complementar otros medios.
Klemm comentó que considera que la obra de Guadalupe Maravilla, un salvadoreño-estadounidense con sangre indígena de America Central, es la que se asocia más vagamente con la fotografía. Su obra consiste en “retablos” esculpidos — pinturas devocionales católicas tradicionales — que representan diferentes experiencias a lo largo de su vida.
“Todas las prácticas (de Maravilla) también están profundamente incorporadas en el pensamiento (de Red Star) sobre esta cosmovisión indígena”, dijo Klemm.
Klemm mencionó que la forma en que la tierra, el lenguaje y el compartir pueden sanar el trauma asociado con historias dolorosas conecta el trabajo de diferentes artistas, como Koyoltzintli y Maravilla, quienes se consideran no solo artistas visuales sino también sanadores.
“Todo mi trabajo es un caballo de Troya (para hablar) sobre la sanación, porque la sanación es realmente una experiencia”, compartió Maravilla.
Maravilla comentó que su viaje personal de sanación implicó retractar sus pasos hasta su hogar en El Salvador, donde escapó de la guerra como menor no acompañado en 1994. Utilizó materiales y colaboró con otros artistas de su hogar ancestral para abrir la conversación curativa con otros a través de su trabajo.
“Son temas muy difíciles, pero para mí es muy importante arrojar luz sobre ellos, sin importar lo difícil que sea”, dijo Maravilla.
Klemm mencionó que la curadora Red Star puso una cantidad increíble de pensamiento en la curaduría del proyecto.
“Los temas que (Red Star) centró el espectáculo fueron nuestra tierra, memoria y lengua (mientras) pensaba en el reconocimiento y la soberanía, pero de maneras que realmente contemplaran las existencias nativas pasadas, presentes y futuras”, expresó Klemm.