Encontrando mi ser sin vergüenza como una Filipina Americana

Nota del editor: este artículo se publicó por primera vez el 17 de febrero por Abby Gail Triño y fue traducido por Maria Fernanda Castro.

Nota del editor: esta columna fue enviada por un miembro de la comunidad de UT.

Durante mi infancia, me la pasé navegando a través de varias normas sociales, malabareando lo que se veían como diferentes identidades de mí misma. A la temprana edad en la cual ya hablaba un poco de Tagalo y hacía amigos en el patio de juegos, yo emigré a EE.UU desde Filipinas. Moviéndome alrededor de Houston, me sentí partida en tres: en Abby de casa, en Abby de la iglesia y en Abby de la escuela. Las interacciones con las tradiciones asiáticas familiares fueron con los miembros de mi familia, mientras que yo asistía a una iglesia predominantemente blanca y estaba zonificada para atender a escuelas públicas mayoritariamente Negras/Latinas. Mi primer pensamiento mientras que sostenía mi cartel de #GoneToTexas era, “Guau, puedo estar alrededor de otros asiáticos como yo”, pero pisando los cuarenta acres resultó en yo reviviendo mi experiencia extranjera. 


Entre los dos conjuntos de valores culturales familiares y las normas universitarias, hice todo lo posible para volverme conectada con los espacios Asiático-Americanos con las esperanzas de poder conectar con otros estudiantes. Esto consistió en incursionar en dos capítulos del ministerio cristiano Asiático-Americano, FSA, Mujeres en STEM y un grupo cristiano de a cappella que surgió de los ministerios Asiático- Americanos. Desafortunadamente, me encontré a mi misma no siendo ni de aquí ni de allá en términos de balancear “Filipino Americano”, o felizmente aprendiendo más acerca de tradiciones Asiático orientales para poder mantenerme al día con mis amigos. Mientras que hay espacios Asiático-Americanos en UT, en mi tiempo hasta el 2020 en el campus, estos fueron homogéneamente Asiático- Americanos. Por lo tanto, mis amigos y yo nos unimos por lo que la mayoría encuentra alegría: la comida- principalmente arroz- y la música.

Aunque hay un gran número de estudiantes Asiático- Americanos en Houston y Austin, muy poco tiempo es usado para celebrar nuestros aspectos culturales más destacados mientras elevamos nuestras diferencias y buscamos momentos en los cuales podemos estar en solidaridad. Mientras que yo estoy de acuerdo con que es crucial desagregar los datos, nosotros estamos también amarrados juntos por raíces profundas que vienen desde tan temprano como los años 1800s, independientemente de la geografía. Podemos encontrar que incluso con las barreras del idioma, existe un nivel de similaridad en nuestras culturas. A veces puede ser tan profundo como nuestras historias con la colonización y lo que significa ser del Sudeste Asiático, o puede ser trivial, como unirse por tener padres estrictos y presión académica. He encontrado que en vez de la etiqueta que describe nuestra identidad, podemos conectar sobre nuestras experiencias y trazar hacia atrás a través de medios de narración.

Las universidades pueden apoyar iniciativas estudiantiles cuando quieren organizar espacios que le permitan a las personas compartir sus experiencias. En vez de preguntar “¿Tú qué haces?” o “¿Cómo ve tu familia esto?” podemos pensar en cómo otros pueden unirse en celebración de forma apreciativa. Haciendo esto, también hay consideración consciente de mantener respeto y evitar apropiarse de la cultura de alguien más. Es a través de las pequeñas historias que podemos ganar mucho conocimiento en relaciones y diversas culturas en vez de propagandizar como un Longhorn entrante puede encontrar su (ambiguo) lugar en los cuarenta acres. Podemos hacer espacios para todos, especialmente aquellos que se encuentran tropezando en medio de estos círculos.

De mi tiempo en UT, viendo a mis amigos volverse más cercanos con sus prácticas culturales me ha inspirado a cavar de forma más profunda en el nuestro e investigar más en el porqué. Verdaderamente quise conectar con mis raíces, en vez de participar en algo solo por el bien de mi sangre Filipina. Ahora, mis padres son capaces de hablar abiertamente acerca de las profundas experiencias de sus infancias en Filipinas y traerlas de vuelta a nuestra casa.

Triño fue una alumna de la carrera de comunicaciones de la Universidad de Texas en Austin. Se graduó en el 2020.