Es hora que la comunidad de UT se movilice para aliviar las cargas de vivienda de los estudiantes

Nota del editor: este artículo se publicó por primera vez el 27 de marzo de 2023 por Jacob Wegmann y fue traducido al español por Maria Fernanda Castro

Las personas de mi edad y mayores (tengo 47) a veces tienen una visión melancólica de las viviendas para estudiantes. Muchos miran hacia atrás y recuerdan sus propios días universitarios y recuerdan haber vivido en casas en ruinas cerca del campus y participado en debates nocturnos sobre el estado del mundo. Los recuerdos felices son geniales, pero pueden hacer que algunos de nosotros nos perdamos de que los estudiantes de hoy en día a menudo viven en unas circunstancias muy diferentes.

El ajustado mercado inmobiliario de Austin está causando un daño real a los estudiantes. Como con todo lo demás, las cargas más pesadas recaen sobre los de bajos recursos. Imagine un LongHorn de primera generación del Valle del Río Grande viviendo lejos del campus y confinado en un servicio de autobús irregular (si es que está disponible) o tal vez en un auto destartalado para ir y venir. Si asume que ella corre un mayor riesgo de abandonar UT ante un contratiempo (un problema médico, tal vez, o una calificación desalentadora en un examen) que si tuviera una vivienda que pudiera pagar cómodamente a poca distancia de sus compañeros cariñosos, profesores y consejeros, entonces tienes la razón, porque la investigación lo confirma.


Aliviando complicaciones relacionadas al almuerzo va a requerir un esfuerzo sostenido de parte de ambas la universidad y la Ciudad de Austin, que para su crédito recientemente comenzó a estudiar el tema en serio. Los estudiantes pueden ayudar llamando a UT y a los líderes de la ciudad a hacer más. Por ejemplo: 

UT necesita comprar y construir nuevas residencias para estudiantes. La reciente adquisición de Doobie Mall y la construcción de nuevas viviendas para estudiantes graduados en la calle 21 este de la L-35 son un gran comienzo, pero se necesita mucho más para compensar décadas de estancamiento en el inventario en el campus. Mientras haya estacionamientos en la superficie- un desperdicio de tierra si alguna vez hubo uno- en los cuarenta acres, no puedo tomar en serio una afirmación de que la tierra escasea.

La ciudad necesita actualizar la Superposición del Vecindario Universitario, la ordenanza de 2004 que permitió el auge de la construcción que vemos hoy en West Campus. UNO ha logrado mucho, produciendo miles de dormitorios nuevos, incluidos cientos de dormitorios por debajo de los precios del mercado sin subsidios de la ciudad. Pero un “UNO 2.0” podría asegurar que más de las unidades de alquiler más bajas vayan a los estudiantes de UT que más las necesitan, sobre todo a nuestra luchadora primera generación.

La ciudad necesita actualizar su código de construcción para detener la construcción de nuevas habitaciones sin ventanas en West Campus, como ha pedido públicamente mi colega de la Escuela de Arquitectura de UT Juan Miró. Necesitamos nuevas viviendas para estudiantes y muchas, pero no a expensas de su salud mental y física. Como ha señalado Miró, el acceso a la luz natural y al aire libre se ha considerado parte de un estándar mínimo de vivienda en todo el mundo durante más de un siglo.

UT necesita moverse agresivamente para usar mejor sus propiedades de tierra increíblemente valiosas. No puedo aceptar que el golf sea un uso de mayor prioridad de una gran parte del hermoso Brackenridge Tract junto al lago que la vivienda de estudiante, o que los jardines ornamentales en Pickle Campus sirvan para algún propósito útil.

Expandiendo viviendas asequibles para estudiantes es como dar la vuelta a un portaaviones; no sucede de manera instantánea. Razón de más para que nosotros, en la comunidad de UT, afrontemos la gravedad del ajustado mercado de la vivienda para los estudiantes de inmediato.