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‘Vale la pena defenderse’: Una mirada a dos protestas estudiantiles que influyeron la historia de UT

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Kuba Bard

Nota del editor: este artículo se publicó por primera vez el 12 de abril del 2024 por Trisha Dasgupta y fue traducido al español por Valeria Mota.

Cuando pensamos en protestas estudiantiles, imágenes de estudiantes realizando sentadas para los derechos civiles, marchan contra la guerra en Vietnam o caminando por Roe v. Wade puede venir a la mente. Sin embargo, entre los movimientos nacionales e internacionales, protestas de asuntos locales afectando a estudiantes, desde preocupaciones sobre la libertad académica hasta violaciones de la Primera Enmienda, han venido a UT.

Aquí están las historias de dos protestas estudiantiles no tan conocidas que dejaron un impacto duradero en el campus.


El comienzo de las protestas Longhorn y la marcha para la libertad académica del 1944

Los Longhorns tienen una historia extensa de decir lo que opinan. Sin embargo, las protestas en el campus eran virtualmente inexistentes durante los primeros 40 años de la universidad. Esto es parte por qué la tuición, que fue subvencionada por el gobierno de Texas, era gratis desde la fundación de la universidad en 1883 hasta los 1920s.

“La administración de UT quería asegurarse de que los legisladores texanos no dude de financiar la educación universitaria”, escribe Jim Nicar, fundador del blog de UT History Corner, en un artículo para la revista Alcalde en 1994. “Ir a clases y estudiar estaba de moda. Protestas y demostraciones eran desalentadas”.

Sin embargo, esto cambió en mayo de 1917, cuando estudiantes organizaron una de las primeras protestas en el campus contra el gobernador de Texas, Jim Ferguson, quien despidió a profesores con opiniones políticas diferentes a las suyas. Las demostraciones resultaron en la reacción negativa de todo el estado y la destitución de Ferguson.

Aunque esto marcó la primera vez que los Longhorns marcharon por la libertad académica, no sería la última. En 1944, el problema volvería a presentarse y esta vez en una escala mucho mayor.

A finales de los 1930s, después de la implementación de legislación del New Deal hecha por el presidente Franklin Roosevelt, W. Lee O’Daniel se convirtió en el gobernador de Texas y prometió echarse para atrás de los programas liberales de Roosevelt. 

“Había un partido muy conservador encargado de Texas en ese entonces”, dice Nicar. “Ellos pensaban que lo que se enseñaba en todas las universidades estatales era muy liberal”.

La junta de regentes hecha por O’Daniel y su sucesor empezó a demandar la eliminación de varios profesores de UT que enseñaban la economía del New Deal. Los regentes incluso defendieron legislación para erradicar la tenencia y que los dejara despedir a cualquier profesor en cualquier momento sin ninguna explicación.

La tensión creciente entre la junta de regentes y Homer Rainey, el presidente de UT en ese entonces, explotó en octubre de 1944. Rainey públicamente denunció la decisión de la junta de prohibir la trilogía de “USA” de John Dos Passos del currículum de clases, la cual la junta decía que enseñaba economía liberal. La junta de regentes despidió a Rainey el primero de noviembre de 1944, lo cual resultó en semanas de protestas estudiantiles. 

Empezó con una huelga — después de la noticia del despido de Rainey, muchos estudiantes no fueron a clases por una semana y en vez usaron su tiempo para escribir cartas apoyando a Rainey.

Después, a principios de noviembre, 8,000 Longhorns marcharon desde la torre de UT hasta el centro de la ciudad cargando un ataúd con las palabras “Libertad académica” escritas. Los oficiales de la ciudad de Austin designaron la demostración como un cortejo fúnebre oficial, abriendo el paso para los estudiantes y la banda de los Longhorns, quienes tocaron “Marcha Fúnebre” de Chopin.

La protesta fue noticia nacional, con apoyo abrumador para los estudiantes y Rainey.

“El Dr. Rainey cree en la libertad académica”, escribió la Asociación Americana de Profesores Universitarios en un boletín en 1946. “El Dr. Rainey también cree que el público tiene un interés en la libertad académica y que, sin ella, una institución educativa no puede cumplir con sus obligaciones a sus estudiantes y al público”.

Sin importar el embate de apoyo, Rainey nunca fue reintegrado como presidente de la universidad. Sin embargo, aunque las demandas inmediatas de los estudiantes nunca fueron cumplidas, la demostración dejó efectos duraderos y tangibles en el campus por casi un década.

“La Asociación Americana de Profesores Universitarios censuró a UT por ocho años”, dice Nicar. “El año que siguió, estábamos en periodo de prueba con nuestra agencia de acreditación… daño mucho nuestra reputación”.

Aunque los estudiantes no consiguieron lo que querían, se aseguraron de que la universidad sintiera los efectos de su oposición en su totalidad. En el invierno de 1944, los Longhorns se unieron para hacer claro que no dejarían que fuerzas externas influyeran lo que podían o no podían enseñar, lo que podían o no podían aprender y lo que podían o no podían leer. 

Las protestas estudiantiles iraníes y la pelea por la libertad de expresión en 1980

Los años sesenta y setenta trajeron una nueva etapa de activismo. Con alumnos de dieciocho años siendo enviados a Vietnam y recién capaces de votar para la ratificación de la 26a enmienda, las protestas estudiantiles se convirtieron en actores de cambio político. 

“Creo que esos momentos le dieron a los estudiantes momentum que podían hacer cambio con el trabajo que hacían”, dice Nuri Vallbona, profesora adjunta de periodismo y graduada de UT del 79.

En enero del 1980, UT acabaría apareciendo en titulares internacionales por los arrestos de 24 estudiantes iraníes, protestan pacíficamente por una aparición del diplomado iraní Fereydoun Hoveyda y el subsecuente arresto de Mark McKinnon, el editor del Daily Texan en ese tiempo, por negándose a proporcionar seguridad con fotos inéditas del incidente.

“Había mucha ira reprimida en los Estados Unidos sobre la situación de rehenes americanos en 1980, lo cual creo fue que lo en verdad impulsó la respuesta, que se me hizo muy exagerada, a las demostraciones estudiantiles”, dice McKinnon. “Los estudiantes estaban demostrando muy modestamente… nada violento”.

Estudiantes iraníes estaban protestando la plataforma de ex diplomado iraní Hoveyda, quien estaba asociado con Mohammad Reza Pahlavi, el Shah de Irán y el proveedor de una dictadura total en su país.

Los manifestantes se reunieron pacíficamente en el Texas Union e hicieron varios intentos para interrumpir el discurso de Hoveyda gritando y cantando. Policías reaccionaron con violencia, eliminando a estudiantes del edificio a la fuerza y arrastrándolos.

“Los estudiantes americanos se tienen que dar cuenta que esto es una lección para ellos”, acusó Yahya Al-Omari le dijo al Texan en 1980. “La universidad quiere atacar el movimiento estudiantil y empezó por atacar a los estudiantes foráneos que son el eslabón más débil del movimiento”.

El evento fue asignado a Jan Sonnenmair, un fotógrafo para el Texan en ese entonces.

“Cuando se involucraron los policías, los arrastraron del edificio y los arrestaron”, dice Sonnenmair.

“Fue muy impactante… No creo que hemos tenido nada tan agresivo o interactivo con los policías que yo recuerde durante mi tiempo en UT”.

El disturbio de la protesta y los arrestos subsecuentes causaron que la administración cancelara el resto del simposio en eventos del medio este, que iban a suceder el día siguiente. 24 estudiantes fueron arrestados el día de la protesta y 16 fueron encarcelados por nueve días y cargados con un delito menor de Clase B por interrumpir el evento en un juicio que duró meses.

Dos meses después, Sonnenmair y el Texan recibió una citación de la oficina del alguacil, preguntando por los negativos de Sonnenmair para usarlos como evidencia e identificar a los estudiantes acusados.

“Hice lo que cualquier editor de un periódico americano responsable haría, lo cual es negarse a ayudar a los fiscales a hacer su trabajo”, dice McKinnon.

Las dificultades de identificar a cada manifestante estudiantil hicieron el juicio más largo. En junio, McKinnon recibió otra citación y eventualmente sería encontrado en desacato al tribunal. Acabó cumpliendo pena en la cárcel en septiembre de 1980, todo mientras seguía como estudiante en UT. 

“El procedimiento ético de los periodistas es que no ayudemos a oficiales de la ley en sus investigaciones, de un lado o del otro”, dice Sonnenmair. “Ellos tenían acceso a todo lo que estaba publicado, pero no tendrían acceso a mis negativas”.

Armado con apoyo nacional de periódicos grandes, McKinnon recibió asistencia legal de The New York Times y The Washington Post y estuvo poco tiempo en la cárcel. Los fiscales nunca recibieron las negativas.

Cuatro de los 16 acusados fueron absueltos después de que los fiscales fallaron en comprobar su presencia en la protesta de enero. Los otros 12 estudiantes fueron encontrados culpables y tuvieron que pagar una multa de $200.

Las noticias del caso recibieron cobertura internacional, amplificada por los eventos de la crisis de rehenes.

“Lo más derecho que te paras, lo más duro sopla el viento; pero vale la pena tomar una posición”, dice McKinnon. “A veces, cuando las probabilidades están en tu contra y hay fuerzas mayores involucradas, puedes ver cómo el estado puede usar una mano dura para oprimir la agitación y las demostraciones, pero esto es la verdadera base de la democracia americana, que tenemos el derecho a protestar”.

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About the Contributor
Trisha Dasgupta, Senior Life & Arts Reporter
Dasgupta is a journalism freshman from Frisco, Texas. She currently works as a senior reporter for the Life and Arts department and has previously covered news for The Texan. When she's not writing articles you can find her listening to Taylor Swift, Bruce Springsteen, or Billy Joel.