Nota del editor: este artículo se publicó por primera vez el 25 de septiembre por Maria Piedra Castillo y fue traducido al español por Emma Rikalo.
Nota del editor: esta columna fue enviada al Texan por un miembro de la comunidad de UT.
En un campus con más de 50,000 estudiantes de licenciatura, es fácil sentirse perdida entre la multitud. Es aún más fácil cuando eres una estudiante universitaria de primera generación.
Al entrar al campus, decir que me sentí abrumada es quedarse corto. Me había ido bien en la preparatoria, e imaginaba que eso continuaría en la universidad. Luego me sentí profundamente humillada por mi primer examen universitario. De repente, toda la confianza que había tenido desapareció, y el síndrome del impostor se manifestó. Sentí que todos los que me rodeaban sabían lo que estaban haciendo y que yo era la única persona teniendo problemas.
A diferencia de muchos de mis compañeros, no tenía a alguien con quien hablar de mi experiencia. Mis padres nunca fueron a la universidad. No podían entender por qué los exámenes finales me estresaban, ni la importancia de las horas de asesoría para los estudiantes.. Me preguntaban, “¿Como estas mija?” Cuando traté de explicar mi situación, todo lo que podían decir fue “échale ganas”.
Lo que no entendían era que ya estaba dando todo el esfuerzo que tenía, y sentía que no era suficiente. En ese momento, no sabía del centro de aprendizaje Sanger, ni que podía mandar correos electrónicos a mi TA. Incluso si hubiera sabido, me daba demasiada vergüenza pedir ayuda. No quería ser la única que no podía lidiar con el trabajo universitario. Entonces, no pedí ayuda y seguí esforzándome.
Fue hasta que asistí a un evento social planeado por la organización First Gen Equity que me di cuenta de que no estaba sola. Me senté con otros estudiantes de primera generación y simplemente hablé. Durante esas dos horas, finalmente sentía que yo pertenecería a UT. Ser Longhorn, y especialmente Longhorn de primera generación, se trata de encontrar fuerza a través de una comunidad. ¿Podría eventualmente haberlo descubierto por mi cuenta? Quizás, pero no hubiera sido lo mismo. Sin una comunidad, me hubiera sentido nerviosa y avergonzada pero con personas que comparten mis experiencias, sé que tengo apoyo en mis luchas.
Encontrar a tu comunidad, ya sea un club de lectura o un equipo deportivo recreativo, es una manera fantástica de hacer amigos y conexiones. UT es grande, pero en vez de intimidarte, ten la seguridad de que hay cientos de estudiantes que se sienten igual que tú, y que no estás solo. El 23% de la población estudiantil de UT Austin es de primera generación, entonces mientras sea fácil sentirse aislado, estudiantes de primera generación están por todos lados del campus. Somos uno de los grupos de identidad más grandes en UT. Estoy agradecida y orgullosa de asistir a una universidad donde hay muchas personas como yo, estudiantes tratando de mejorarse a sí mismos y a sus familias.
Ahora, trabajando en First Gen Equity, ayudo a estudiantes que son como yo antes fuí, nerviosos y preocupados por no pertenecer. Ofrecemos una variedad de servicios, incluyendo los eventos sociales que mencioné anteriormente, para estudiantes de primera generación que no saben dónde buscar ayuda o incluso qué preguntas hacer. UT dice que ‘lo que empieza aquí cambia al mundo.’ Cambiar al mundo significa cambiarnos a nosotros mismos, aprendiendo a adaptarnos a lugares desconocidos sin perder contacto con nuestras comunidades locales e identidades personales. Los estudiantes de primera generación pueden cambiar el mundo, y pueden cambiar a UT, si tenemos el apoyo mutuo de nuestros compañeros y el apoyo institucional de organizaciones como First Gen Equity.
Piedra Castillo es una estudiante de gobierno de tercer año de Carthage, TX. Ella trabaja para First-Gen Equity como asesora de transición y éxito y organizadora de eventos sociales.